EL
MUNDO
29 septiembre
2021
Por
qué comer más puede ser lo mejor para conseguir adelgazar
Gema García Marcos
¿Llevas media vida machacándote el
cuerpo (y la mente) con dietas hipocalóricas pero no consigues estabilizarte en
tu peso ideal? Igual es que deberías de dejar ya de contar calorías y prestar
más atención al valor nutricional de los alimentos que pones en tu plato
Cuánto caminamos. Cuántos litros de agua bebemos. Cuántas
horas dormimos. Nos pasamos la vida poniéndonos retos 'numéricos', olvidándonos
de aquella vieja máxima que tan sabiamente proponía anteponer la calidad a la
cantidad.
Un claro exponente de esta manía cuantificadora es nuestra
obsesión por contar las calorías que ingerimos diariamente, especialmente,
cuando nuestro objetivo es adelgazar. Guiados por el simplista "los
hombres deben tomar 2.000 calorías al día y las mujeres, unas 1.800",
caemos en la trampa de pensar que el secreto para deshacernos de nuestras
lorzas consiste en reducir la cantidad de comida olvidándonos de aquel sabio
dicho que ponía en valor la calidad sobre la cantidad.
"Cualquier dieta basada únicamente en la ingesta de un
número concreto de calorías resulta, como poco, surrealista por muchos motivos.
El primero de ellos y, probablemente uno de los más evidentes, porque nuestra
actividad y, por tanto, nuestro gasto calórico no son los mismos un lunes que
un domingo, por poner en un ejemplo muy visual", explica la endocrina
María Amaro.
Además de la actividad física que realizamos, Amaro explica
que hay otros factores que deberían de tenerse en cuenta antes de machacarnos
el cuerpo y la moral con dietas hipocalóricas, como "la masa muscular o la
temperatura corporal de cada persona".
Pero más allá de que, como decía Serrat, "cada uno es
como es" y necesita un plan a medida, en dieta y ejercicio, hay un punto
sobre el que deberíamos reflexionar todos. "Lo importante no es el número
de las calorías, sino la calidad de los nutrientes que nos aportan. No es lo
mismo 2.000 calorías de una pizza que de un entrecot. La clave está en
discernir de dónde vienen esas calorías", apunta Amaro.
Parece fácil, ¿no? Pues no lo debe de ser tanto cuando
España es uno de los países con mayores índices de obesidad y desnutrición.
"Comemos, pero no nos alimentamos. Nos metemos en el cuerpo muchas
calorías de forma muy rápida que no nos sacian y tenemos que seguir
comiendo".
Los principales culpables de este sinsentido son, como no,
los ultraprocesados porque, más allá del desastre
nutricional al que nos abocan, están 'diseñados' para avivar nuestra gula.
"El pescado, la carne, los huevos o las patatas, por poner algunos ejemplos,
pueden tener las mismas calorías que un pastel o un bollo (en función de la
cantidad) pero su paso por el sistema digestivo es más lento. En cambio, los ultraprocesados, al digerirse con mayor rapidez, hacen que
nuestro cerebro no llegue a segregar las hormonas de la saciedad y sigamos
comiendo".
Dietas hipocalóricas
Si lo importante es la calidad, ¿Por qué esta obsesión por
ingerir pocas calorías? "Por puro desconocimiento. Por estar poniendo el
foco exclusivamente en el número de calorías que ingerimos con cada comida y
pensar que, si ingerimos menos y nos movemos igual o más, perderemos
peso", asevera Sofia Recacoechea, 'health coach'
por el Institute for Integrative
Nutrition de Nueva York, técnico superior en
dietética y cofundadora de Goodermood.
Y, efectivamente, puede que sea así pero "sólo a corto
plazo", detalla. Aquí va su explicación: "Incidir sólo en la cantidad
sin tener en cuenta la calidad y el equilibrio nutricional de los alimentos que
comemos nos generará un desequilibrio hormonal que, a la larga, nos hará
incluso aumentar más de peso. Se mire por donde se mire, no es una forma
sostenible de llevar una vida con energía y salud".
Su propuesta: "Comer más cantidad, optando por
alimentos saciantes con alta densidad nutricional que nos aporten vitaminas,
minerales y fibra".
Nuestro cuerpo, prosigue Recacoechea, necesita que "los
alimentos que ingerimos nos aporten los nutrientes esenciales que solo puede
obtener de lo que comemos: vitaminas y minerales -presentes prioritariamente en
fruta y verdura-; nueve aminoácidos esenciales -que encontraremos en las
proteínas de calidad que nos proporcionan el huevo y el pescado-; grasas omega
6/omega 3 -en el pescado azul, el aove y los frutos secos-, y la energía
suficiente para garantizar el buen estado de nuestras células».
En definitiva, "comida real, variada y nutritiva en
contraposición a las calorías vacías que encontramos en ultraprocesados,
azúcares, hidratos refinados y grasas trans", concluye.